La adicción a las redes sociales, también conocida como trastorno de la adicción a Internet, actualmente no se clasifica como un trastorno específico, pero hace parte de un estudio adicional que en los últimos años ha ganado espacios en la psicología.
Los usuarios no solo están creando perfiles, sino que gastan considerables periodos de tiempo en estas plataformas, observando, publicando e interactuando con los demás. En 2016 Facebook informó que el usuario promedio pasaba 50 minutos al día conectado a la red, en el mundo. En Colombia, según el más reciente estudio de Consumo Móvil publicado por Deloitte, los encuestados usan sus teléfonos inteligentes principalmente para revisar redes sociales, seguido muy de cerca por la toma de fotografías y publicarlas en redes.
[su_highlight background=”#bbbcfb”] Datos: Hay 3.499 millones de usuarios activos en redes sociales; en promedio, las personas tienen 7,6 cuentas y solo en Instagram se generan 4,2 mil millones de ‘Me gusta’ por día. [/su_highlight]
¿Y qué obtienen por ese tiempo invertido? En su mayoría, los usuarios buscan recompensas sociales, pero en el esfuerzo de estas llegan a poner en riesgo sus vidas (como los conocidos casos de selfies mortales) y publican ‘cualquier’ tipo de cosas con tal de conseguir su tan preciado ‘Me gusta’. Se crean tendencias, se miente, se pone en riesgo la privacidad, se burlan de otros, aparece el bullying y tantas otras acciones negativas, que a su vez encuentran eco en otros espacios (en las secciones de redes sociales de los medios, por ejemplo).
El peligroso narcisismo tecnológico
De acuerdo con una investigación realizada por la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) y publicada en 2016 por Psychological Science, se concluyó que el hecho de ver cómo las fotografías publicadas en redes sociales son apreciadas por otros con la interacción del ‘like’, se activan las mismas zonas del cerebro que se accionan con la masturbación o el hecho de saborear el chocolate.
Aunque una de las principales ventajas de la tecnología está en el poder de la conexión, también está fortaleciendo comportamientos centrados en cada persona, en el ‘mí’, la autopromoción, en el narcisismo tecnológico.
Publicar en sí no es un problema, tampoco se trata de lapidar las acciones en redes sociales. Sin embargo, la conciencia y el autocontrol de los usuarios sí deben ser temas que tomen mayor relevancia en el uso diario de estos espacios, porque si afectan conductas o se incide en otros escenarios ahí sí hay un problema. (Consulta los trastornos y enfermedades de la vida digital).
Solo en el caso de las ‘selfies’, entre 2011 y 2017 murieron 259 personas buscando la foto perfecta. En la mayoría de los casos las personas fueron al límite en cimas de montañas, edificios altos y lagos para buscar la foto.
Alrededor del 72,5% del total de muertes fueron de hombres y el 27,5% mujeres. El mayor número de incidentes y autofotos ha sido reportado en India, seguido por Rusia, Estados Unidos y Pakistán. El ahogamiento, accidentes en medios de transporte y la caída son las razones más importantes de las muertes causadas por ‘selfies’. El número de muertes en las mujeres es menor debido a un menor comportamiento riesgoso, mientras que el de los hombres es aproximadamente tres veces mayor.
Abstract del estudio: ‘Selfies: A boon or bane?’
Los investigadores aconsejan, entre otras cosas, hacer señalizaciones en las zonas turísticas que indiquen que son prohibidas las ‘selfies’. Sin embargo, se trata de un tema de educación.
Proteger la vida, la integridad, la privacidad y los datos deberían ser prioridad para todos y aquí el rol de los medios de comunicación es más que relevante, que pueden asumir un papel más pedagógico y no sensacionalista (también en busca de su propia droga, los clics).
No la usé pero al ver las fotos de los demás, pienso en que no tienen conciencia de su privacidad.
— PibeGeek ?? (@PibeGeek) 16 de julio de 2019
¿Qué hacer?
Seguir propiciando la responsabilidad en el uso de las redes sociales. Cursos e iniciativas, tanto privadas como públicas, existen. Sin embargo no todos los usuarios llegan a ellos, entonces esta es una tarea de todos.
No hay que rendirse en la pedagogía, no tirar la toalla con familia o amigos en el día a día. A veces hay que ser ‘el cansón’ o el aguafiestas. Al igual que con las cadenas de información falsa (que poco a poco la gene comienza a preguntarse si algo es cierto o falso) hay que continuar con la pedagogía, el acompañamiento, la mediación y la sensibilización de estos temas.
Foto: Pixabay y Kaique Rocha (vía: Pexels)