Gomito58, el primer gran desarrollador colombiano de videojuegos

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Publicado el 04 Feb 2022

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En la corta historia de los videojuegos en Colombia, ningún nombre ha sido tan mencionado como Gomito58. Hacia finales de los 90 y comienzos de los 2000, Colombia estaba sumergida en violencia por parte de guerrillas y los nacientes grupos paramilitares, arrancando de raíz la vida de muchas personas y, con ellas, los sueños de poder poner punto final a un conflicto que arreció en los 90 gracias al auge de los carteles de la droga.

Mientras la violencia absorbía a Colombia, en una esquina del Barrio Manrique, en Medellín, Jaime González se encontró envuelto en una obsesión casi nociva con los videojuegos. Él y su hermano, Juan Eduardo –o Juane–, son más conocidos en Colombia bajo el nombre de Gomito58. Este nombre se desprendió de su natal Medellín para llegar a lo largo y ancho del país con sus videojuegos de balompié que, a diferencia de otros, incluían la Liga Colombiana de Fútbol.

Los nacimientos

La historia de Jaime con los videojuegos se inició mucho antes, más o menos en el año 83, cuando logró arreglar una consola Atari rota. Con apenas 12 o 13 años, Jaime logró encontrar la manera de reparar la consola y pudo entrar de lleno a una pasión que incluso hoy, a sus 52 años, todavía sigue tan viva como su legado. “Los primeros juegos que yo jugué fueron uno de tanques y otro de avioncitos. Ahí fue donde yo empecé a conocer los videojuegos en consola”, dice.

Seguido a esto, Jaime se adentró al mundo de los Telebolitos, unas consolas tipo arcade en las que se podía jugar diferentes juegos, principalmente el clásico Pong. Con el tiempo, Jaime formó una familia y tuvo dos hijos – Jaime y Goney–, a quienes les compró una consola Super Nintendo y videojuegos como International Superstar Soccer, de fútbol, y Contra, de disparos.

Jaime González, el hijo, a quien llaman Mito, explica que su entrada al mundo de los videojuegos se dio en el año 1996, el año en el que el Niño Dios les regaló a él y su hermano una Super Nintendo que casi rompen de la emoción que sintieron al momento de recibirla.

Sin embargo, el panorama cambió cuando Gomito58 se enteró de la existencia de un señor que alquilaba los ‘Play’, el nombre coloquial que tiene el PlayStation 1 (PS1). Haciendo un poco de historia, la PS1 fue la primera consola en cambiar los cartuchos por los CD, empujando la calidad gráfica de los juegos e integrando también funciones básicas como las tarjetas de memoria para guardar el progreso del juego incluso cuando apagamos la consola.

“Entonces eso es de última generación”, pensó Jaime, quien 3 meses después compró una Play para él y sus hijos. Sin embargo, más allá de la adquisición, esa generación de consolas fue también el momento cuando Jaime abrió oficialmente su primer local de consolas.

International Superstar Soccer, conocido a veces como “el del Pibe”. Imagen: Konami

La democratización de los videojuegos

Para cualquier persona que sea amante de los videojuegos, tal vez uno de los elementos más claros es que no es una afición particularmente barata de tener. Hoy en día una consola de última generación empieza en 1.500.000 de pesos, y el precio de cada juego empieza en 150.000 pesos y en muchas ocasiones pasa de los 200.000. Si existe un motivo principal por el que los videojuegos no han crecido en América Latina, el alto costo seguramente se pelearía esa posición.

Para el año 2000, el salario mínimo en Colombia estaba por debajo de los 300.000 pesos, mientras que una consola nueva, como la PS1, podría costar 1 millón de pesos o más. Sin embargo, en Colombia empezó a ocurrir el fenómeno de los locales de videojuegos. En esencia, una persona compraba muchas consolas y televisores que luego ponía en un local y las alquilaba por tiempo a las personas que iban.

Con apenas 500 pesos, cualquier persona podía jugar por 30 minutos los juegos de última generación, lo que significó una democratización y expansión de los videojuegos en el país a una población que no tenía los medios para acceder a ellos. Jaime tuvo justamente uno de estos locales, en el garaje de un edificio de 3 pisos en Medellín. “Yo tenía un negocio de videojuegos, pero Gomito todavía no estaba en la mente mía”, explica.

“En esa esquina había un garaje y yo ahí puse la sala de los videojuegos. El cerrajero estaba soldando los marcos de los televisores y los niños ya me estaban haciendo fila. Ah, hermano…”.

Jaime Gonzáles, Gomito58

La idea de crear la Liga colombiana nació de Fifa 98, que tenía la particularidad de permitir crear y editar equipos de fútbol. Jaime creó la liga colombiana en su tarjeta de memoria, y luego la podía cargar en cualquier consola de su local. Viendo de primera mano el interés de su clientela por jugar la Liga colombiana, Jaime le propuso a su hermano Juane que buscaran la forma de crearla de manera más permanente.

Todo empieza con un dígito

La primera respuesta que muchas personas le dieron a Jaime fue la misma: “Todo mundo me decía ‘no, hombre, eso no se puede’”. Su hermano, vendedores del centro de Medellín, aficionados e incluso un profesor de la Universidad Nacional sede Medellín le dijeron a Jaime que el proceso era no solamente complicado, sino que además la tecnología no estaba al nivel necesario.

A veces, el camino al éxito está marcado por la terquedad de las personas. Jaime, sin darse por vencido, decidió empezar a investigar en Internet. Por esa época, el acceso a Internet que existía en Colombia requería una línea telefónica, sin contar además con que gran parte de los computadores del país eran utilizados para actividades laborales. Sus primeros desarrollos fueron hechos en el computador de una prima de Jaime que era contadora, aunque hacia el año 2000 él decidió finalmente comprar un computador.

Tal vez como de suerte, en esa época empezó a llegar a Medellín la banda ancha, que para esa época prometía velocidades de hasta 64 Mbps. “Ahí fue cuando yo empecé a encontrar la luz de esperanza, a ver las cosas mejor”, dice. Así empezó a buscar en foros y páginas desde temprano en la mañana hasta bien en la noche cómo se podían editar los videojuegos de PS1.

“Él era todo el día, 24/7, eso no descansaba. Era impresionante porque él no dormía prácticamente. Se madrugaba y trasnochaba”.

Mito González, hijo de Gomito58

Jaime aprendió a manejar el software y las herramientas que se requieren para editar videojuegos. Gran parte de la edición estuvo basada en el lenguaje hexadecimal, que opera muy distinto a los lenguajes de programación comunes y que está basada en dígitos más que palabras o comandos. Esta fue una operación de ensayo y error, de cambiar un dígito, quemar el juego en un CD e intentar jugarlo en la consola. El primer juego en ser editado fue Winning Eleven: “Yo los guardaba, los quemaba y ‘se me timbraban’”, dice, explicando sus fracasos iniciales.

Después de decenas de CD quemados en vano y de archivos cambiados, Jaime encontró la magia cuando logró cambiar las rayas blancas y negras del Juventus de Italia por las verdes y blancas del Nacional de Colombia. Mito, su hijo, recuerda que ese momento significó felicidad para la familia entera, y que la historia de Gomito58 también marcó gran parte de su infancia. Tanto Mito como su hermano ayudaron con los CD, creando las carátulas de los juegos y a veces incluso ayudando a los temas de logística.

Si bien Jaime no desarrollaba los videojuegos desde cero, sus modificaciones a juegos como Winning Eleven llegaron muy profundo. Y pese a que la modificación de estos juegos no estaba contemplada por Konami, la empresa desarrolladora del juego, Jaime nunca recibió demandas o prohibiciones. De hecho, especula que los japoneses sabían de las modificaciones pero que nunca le cerraron las puertas para seguirlo haciendo.

Con esta victoria temprana, Jaime empezó a encontrar cómo cambiar y agregar equipos con diferentes camisetas, colores, nombres y jugadores. Así nació el primer videojuego con la liga colombiana de la historia.

Imagen: gomito58

En retrospectiva

El nombre Gomito58 es un homenaje a los dos hijos de Jaime: Goney y Mito, Gomito. El 58 es el número de la camiseta con el que Jaime participaba en la selección antioqueña de bicicross. Tal vez por la sencillez del nombre fue que muchas más personas en el país empezaron a pedir los videojuegos de Gomito58 en los locales de consolas. En Colombia, Gomito58 se convirtió en sinónimo de los juegos de fútbol.

La incredulidad de las personas que en principio no creyeron en la obsesión de Jaime también marcó los inicios de la distribución; en muchos casos no creían que el videojuego en sus manos fuera producto de Jaime. Su hijo, Mito, se encontró de cara con esta dicotomía cuando en el colegio nadie creía que fuera el hijo de Gomito58. Según él, muchos creían que Gomito era un chino o un japonés obsesionado con Colombia. En esa época, lo más loco era pensar que Gomito58 era simplemente un par de hermanos en Medellín.

Tal vez el hecho del que Jaime está más orgulloso es el de poder darle algo de felicidad a una niñez y juventud colombianas que estaban enmarcadas en la violencia del país. “Vos sabés que jugar los juegos con su equipo amado en esos tiempos es algo que solamente lo podía hacer realidad Gomito”, dice. A riesgo de sonar cliché, el apoyo emocional y el entretenimiento pueden venir de algo tan sencillo como poder jugar clásicos como Medellín–Manchester por una hora. “El barrio en donde vivíamos era conflictivo. Esto era una distracción de todo”, dice Mito, su hijo.

“Todo lo que hacía yo, lo hacía con ese gusto, ese deseo de llegarles a los jóvenes, que tuvieran sus equipos amados y pudiesen jugar contra un Manchester, un Real Madrid, un Barcelona”.

Jaime González, Gomito58

La popularidad de Gomito58 explotó, y Jaime y su hermano se encontraron enviando pedidos y vendiendo juegos a toda Colombia. Con esta expansión, Gomito58 empezó a crear juegos nuevos, como el Super Turbo, que contaba con jugadores más rápidos y partidos más dinámicos. Incluso empezaron a crear ligas de otros países, como la española, y a modificar elementos avanzados como los sonidos y los escudos de los equipos, de donde nacieron recordadas frases como “¿Qué opinas, Juane?—Llegan bien pero les falta definición” o “A la próxima, roja por cochino”.

“A estas alturas de la vida todavía recibo muchos comentarios de agradecimiento y de nostalgia”, dice, de fanáticos no solamente en Colombia, sino también de países como España y Venezuela. Más allá de ganancias económicas o del reconocimiento que el nombre Gomito58 ha generado, la historia de Jaime es una historia de videojuegos y de su comunidad.

La principal razón por la que las modificaciones pararon fue Internet. Para jugar en línea es necesario tener juegos sin modificar, lo que hace que los usuarios se decanten más por juegos originales antes que perder la conectividad. En sus más de 5 años editando juegos, solamente se encontró con la Fiscalía en 2004, cuando se llevaron sus equipos pero que devolvieron 1 año después sin explicación.

¿Se acuerdo de los juegos de Gomito58? Acá un video en YouTube. Imagen: Kaizo.

La siguiente generación

Si bien hoy en día los locales de consolas ya no existen como los conocimos, el sentimiento de comunidad se ha mantenido y ha mutado hacia nuevas formas. Mito, el hijo de Jaime, hoy por hoy hace streams de videojuegos en Twitch con el nombre mitover2. Igual que su padre, Mito trata su relación con los videojuegos como una materia de pasión más que como una salida económica. “Gracias a mi papá he aprendido a hacer las cosas más por pasión que por otra cosa”, afirma.

Mientras que su papá todavía es feliz jugando los juegos de fútbol para el PlayStation 1 y 2, los juegos favoritos de Mito son los de disparos como Call of Duty. Ambos, sin embargo, comparten la meta de poder crear una comunidad de videojuegos que pueda servir también como un escape a la monotonía de la vida diaria.

Mito, incluso con las consolas que su padre le compraba, siempre prefirió hacer fila en el local de consolas para poder jugar con sus amigos. “Prefería estar allá con todos. El ambiente era muy bueno en esos parches porque todos queríamos pasar un buen rato”, explica. En el local de consolas, Jaime podía organizar torneos con los mismos juegos que él ‘creaba’, lo que fomentó un sentimiento de comunidad y pertenencia que contrastaba con la fragmentada sociedad colombiana de los 2000.

Para Mito, el legado más importante que deja su papá es el haber fomentado estas comunidades y crear amistades que tal vez perduren hasta hoy. Para Jaime, su padre, reflexionando sobre lo que sigue siendo su legado, ve con ojos de orgullo y nostalgia el nombre Gomito58, un nombre que marcó la infancia de un país y que evoca para muchos las memorias distantes de tiempos más sencillos. “Cuando las personas se dan cuenta de lo que hizo Gomito y que disfrutaron con mis juegos, ellos lo único que me dicen es ‘Gracias, Gomito, me hiciste feliz mi infancia, fui feliz jugando tus juegos’”.


Imagen principal: Impacto TIC

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Sebastián Romero Torres

Filósofo de formación y geek empedernido. Amante de los videojuegos, la tecnología, la música y el espacio.

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