La computación cambió al mundo y, desde su despunte hace bastante más de medio siglo, ha llegado a permear virtualmente cada aspecto de la vida moderna.
Pero de la Z1 de Konrad Zuse al sistema de navegación del Apolo XI a las proezas ajedrecísticas de. Deep Blue, hay algo que no cambió: el sistema binario. A lo largo de su ilustre historia, la computación se ha hecho siempre con unos y ceros. Puede que la computación haya cambiado al mundo, pero en el proceso, su ADN más básico no cambió…
…hasta ahora.
Porque con la llegada de la computación cuántica, la noción de ceros y unos, de bits, que junto con el legado de 50 años de la Ley de Moore ha impulsado la digitalización de nuestro mundo, pasa de pronto a ser solo una forma de computación: una forma más limitada y, eventualmente, inferior.
La computación tradicional emplea bits, que pueden tener valores de 0 o de 1 (binarios). No hay más opciones y así se van armando progresiones lógicas. Pero la computación cuántica es el reino del qubit, que puede valer 1 o puede valer 0 o puede tener los dos valores al mismo tiempo o cualquier número entre ellos. Así se almacenan y procesan vastas cantidades de información en forma mucho más rápida.
En sus inicios
En este punto se hace necesario decir, con todas su letras, que la computación cuántica es un ambicioso desarrollo que se encuentra, para fines prácticos, apenas en sus inicios. Sin embargo, en el camino recorrido para fusionar física e información, se han aprendido valiosísimas lecciones que indican que en ella reside el potencial para resolver problemas que incluso las computadoras clásicas más poderosas no pueden.
Durante el CIO Exchange 2022, un evento de tres días que realizó IBM en México, Impacto TIC habló con Narciso Lema, Technical Community Leader en IBM Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia y los países de Centroamérica, que dedicó una ponencia a cómo perfilan estos desarrollos el futuro de la informática y por qué será fundamentalmente diferente de lo que ha sido en el pasado.
“Estamos acostumbrados a vivir con velas, y vamos a empezar a vivir con focos. La vela no la dejas de usar, porque habrá escenarios en los que sea necesaria, pero el foco te va a ayudar en muchos otros. Lo que dice IBM es: el futuro gira en torno a un cambio de paradigma que incorpora una nueva forma de computación”, indicó.
El experto enumeró aplicaciones puntuales de lo que promete la computación cuántica:
“La medicina, por ejemplo, se apalanca mucho en la química, y mucho de lo que se trabaja en la química se basa en la experimentación, claramente, y también en el modelado químico. El modelado químico es algo que necesita una capacidad de cómputo gigantesca. (…) Hoy en día no tenemos la capacidad de describir comportamientos para una molécula no tan pequeña. Con la computación cuántica vamos a poder describir fácilmente el comportamiento de una molécula y hacer modelado de una manera que hoy necesitaría supercomputadoras incluso para hacer algo muy pequeño. Eso quiere decir: impacto en la medicina, en los materiales, en la alimentación…”.
El ‘road map’
Pero el desafío va más allá de solo hacer el procesador. Es necesario que seres humanos puedan operar estos sistemas y, si bien no es lo que usaría usted para revisar su e-mail, los computadores cuánticos necesitan lenguajes e interfaces.
IBM está trabajando en un road map que cubre todas las dimensiones lo que se necesitan: la ingeniería alrededor del microprocesador, el primer nivel de software para entender y controlar esta ingeniería, el software superior que haga posible usar esta tecnología y mucho más.
A fines del año pasado, IBM presentó Eagle, un procesador cuántico de 127 qubits que cruza el umbral simbólico de los 100 qubits y ofrece la posibilidad inmediata de usar la computación cuántica para resolver problemas reales. En lo que sería una revolución dentro de otra revolución, IBM desarrolló un sistema modular llamado Quantum System Two, que se lanzaría el año entrante y que permitiría ‘empaquetar’ procesadores para armar sistemas de más de 1.000 qubits.
¿Para todos?
Pero, ¿podrán países como los latinoamericanos disfrutar los beneficios de esta nueva computación? ¿O veremos a la computación cuántica ahondar la brecha entre quienes tienen y quienes no tienen acceso a la tecnología de punta?
Lema dice que depende de nosotros: “Depende de qué tanto impulsemos a la industria y la academia. Nuestro países son ricos en recursos y la aplicación de esta tecnología podría impactar de manera exponencial industrias como la minería, gas y petróleos… este tipo de tecnología depende al final de cuál es su aplicación. (…) No veo que nazca aquí una brecha solo por la capacidad, IBM está disponibilizando este tipo de tecnología a todo el mundo. Nuestra red de participantes tiene más de 185 miembros, y allí hay mucha academia. La academia ayuda a incorporar la tecnología en la industria. Depende de nosotros comenzar a llevarlo a foros de conocimiento y a cambiar el paradigma”.
La buena noticia, dice el experto, es que esta nueva computación no tiene por qué remplazar a la otra, en donde cada día surgen nuevos avances gracias a sistemas tradicionales, capaces de aprender y de funcionar como las neuronas, sino que puede potenciar sus alcances. Así, se perfila un futuro de bits y qubits, de redes neurales y sistemas inteligentes en el que nacerá para la computación -y esa es la apuesta de IBM- mucho más que una nueva generación.
Nacerá una nueva era.