Cada enero que pasa, los ojos del mundo de la tecnología se posan sobre uno de los eventos anuales más importantes del sector: el CES –Consumer Electronic Show o feria de electrónica de consumo–. El evento funciona hoy como una plataforma importante para que todo tipo de empresas y de startups adquieran una voz global en el de por sí reñido mercado de la tecnología para consumidores.
Aunque casi todos los medios tecnológicos posan su atención religiosamente sobre el evento, los consumidores finales a menudo están muy rezagados de todas las tendencias que se imponen en la feria anual. Tal vez por eso es que, en muchos sentidos, el CES tiene tanto fieles seguidores como fuertes detractores.
Cada año se crean, desarrollan y presentan tecnologías que, aunque descritas con palabras como “revolucionarias”, “el futuro de la industria” y, en los últimos años, “impulsadas por el poder de la IA”, muchas veces no alcanzan a ver la luz del día. Estas se quedan puramente en conceptos que mueven titulares, pero poco más allá.
Pero, por supuesto, también hay tecnologías que se hacen populares y son adoptadas por el mercado en general. Por ejemplo, sería errado decir que algunas como los paneles Oled, los drones o Bluray no han influenciado los hábitos de mercado de ambos, consumidores y empresas. Pero hay que decir que, aunque importantes, antes de ser verdaderamente masivas, todas las tecnologías nuevas generan malestares y dolores que la industria y los usuarios deben asumir.
Pensemos por un momento en lo que significó la adopción de Bluray. Para quienes no se acuerdan, las limitaciones del DVD se empezaban a hacer aparentes hace 15 años. Este fue el fundamento para la discusión entre HD-DVD y Bluray (los formatos que luchaban por ser su reemplazo), que duraría años y costaría bastante dinero a compañías de la industria de las películas y a los fabricantes de los equipos diseñados para reproducirlas en casa. Tal es el caso de Toshiba, la empresa que más fundó y promovió HD-DVD, pero que finalmente perdería 1.000 millones de dólares cuando Bluray ganó la pelea.
2005 vio el crecimiento del mercado de los televisores HD y la era de la alta definición, y para acompañar a estos dos nuevos formatos se lanzaron reproductores HD. ¿Su precio? Alrededor de 1.000 dólares por un reproductor Bluray básico y 500 por uno HD-DVD. Este mercado de adopción temprana era tan alto que, cuando Sony lanzó al mercado su PlayStation 3 (que viene con Bluray incluido) con un costo de 500 dólares, se convirtió en el reproductor Bluray más barato del mercado. Al final, el streaming se impuso y, salvo por los discos que aún quedan en casa, ya prácticamente nadie habla de HD-DVD y Bluray.
Esto se puede extrapolar incluso a hoy en día con una tecnología que, aunque impactante, ciertamente todavía está dando sus primeros pasos: las pantallas plegables. Aunque permanecieron en fase de diseño y desarrollo por varios años y su llegada al mercado se esparaba más o menos para 2018, los teléfonos con pantalla plegable entraron de lleno cuando Samsung anunció el Galaxy Fold, en febrero de 2019.
Bueno, realmente el honor de tener el primer plegable del mercado se lo llevó Royole con su FlexPai, que aunque recibió reseñas mediocres, marcó el camino antes de que Samsung hiciera su aparición pública en 2019 y siguiera de largo en 2020 con el Z Flip y el Fold 2. Tampoco podemos olvidarnos del Motorola Razr, que prometió pero al final no entregó, y tuvo que hacer actualizaciones importantes para su segunda versión. Huawei, por su parte, también se ha mantenido a la vanguardia, al menos en China, con los Mate X, y en algunos otros mercadosc con el Mate XS, pero su distribución es limitada (en realidad, la marca ha tenido que enfrentar otras situaciones más allá de lo tecnológico que se han llevado toda su atención).
Todos estos teléfonos tienen precios muy por encima de lo normal. El Fold costaba 1.980 dólares, y su sucesor –el Z Fold 2– cuesta 1.999 dólares (su precio en Colombia es de 8.999.900). El Razr costaba 1.499 dólares (y venía con el chip Snapdragon 710, que se queda muy detrás del 855 ), mientras que el Mate X llegaba a los 2.299 euros. El Z Flip de Samsung cuesta 1.380 dólares, que de hecho es muy comparable a los 1.399 que piden por la versión con 12 GB de RAM y 128GB de almacenamiento del S20 Ultra.
La realidad de que todos tengan precios tan altos no es una coincidencia, pues el desarrollo de las pantallas plegables no es económico. Y es que incluso si las compañías cuentan con la capacidad de manufactura para su fabricación, las ventajas de los plegables en el mercado actual no son tan evidentes para muchos consumidores y todavía no llega a ser un verdadero mercado masivo.
Si existen parecidos con la historia del Bluray, tampoco es coincidencia. Tecnologías de este tipo, más que presentar tendencias masivas, sirven para mostrar la vanguardia de la producción. Es posible que fracasen, como sucedió con los televisores 3D, pero es innegable que representan algunos de los estándares más demandantes de la industria.
Sus altos precios son sin duda alguna restrictivos, pero son los precios que deben pagar las primeras personas que adoptan una tecnología ‘en su infancia’: los pioneros de estos tiempos modernos. Para muchos, esto seguramente no justifique su costo, para otros –dentro de los que me incluyo– es un precio justificado por tecnologías que bien pueden convertirse en el futuro, o bien pueden ser una tecnología olvidada. El prospecto es interesante en cualquier caso.
Por más vaporware (anuncios que no se concretan) que exista en CES, la posibilidad de tener nuevas tecnologías –útiles o que lleguen a rayar casi en lo absurdo– sigue emocionando a miles de personas cada año que pasa. Ojalá existan muchos años así en el futuro.
