¿Prehistóricos digitales? ¿Es justificado el linchamiento digital?

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Estamos de acuerdo en que hay conductas reprochables, pero la inquisición digital que se rebosa es un tema que merece reflexión, no solo en este caso.

Publicado el 21 Jun 2018

colombianos en Rusia-Linchamiento digital

¿La imagen de hordas prehistóricas armadas con antorchas y estacas es cosa del pasado o ha sido reemplazada por comunidades con teléfonos inteligentes, que saben etiquetar, envían mensajes sin moderación y están prestos a linchar digitalmente cualquier mal comportamiento o error que se viralice en las redes sociales?

Lo sucedido con el mal comportamiento de algunos hinchas colombianos en Rusia deja varias lecciones. Desde la necesidad de adoptar normas básicas y con sentido común en lo que sería un Manual de Reputación 3.0 hasta el análisis sociológico de un fenómeno que parece crecer sin control como lo es el del “linchamiento digital”.

Lo primero lo resume en forma muy práctica, pero contundente, la activista digital colombiana Rosa Cristina Parra.

En torno al linchamiento digital hay mucho más por decir y analizar. Es cierto que el comportamiento de algunos colombianos en Rusia no ha sido el mejor, pero ¿la ‘inquisición digital’, como la llamó el periodista Carlos Cortés, es la respuesta? ¿Cuáles son los límites? ¿Hay actuaciones desproporcionadas o todo está plenamente justificado por la indignación que nos producen las malas actuaciones y representaciones de algunas personas?

Sin darnos cuenta, el linchamiento digital se ha venido convirtiendo en una peligrosa arma, porque no se trata solo de la burla o el mensaje de reproche. Llega a puntos de agresiones físicas, de persecuciones y hostigamientos tanto físicos como digitales. Muy al estilo del episodio ‘Odio Nacional’ de Black Mirror.

En un momento son personas desconocidas y al siguiente, sí -por actos nefastos muchas veces- se les esculca la vida, se intenta conocer quiénes son, dónde viven, dónde trabajan, quiénes son sus amigos, familiares y demás. ¿Y si alguien sabe todo eso de nosotros? De nuevo, citando a Cortés “Toquen madera: que nunca den un paso en falso delante de un celular y caigan en esa licuadora”, que destruye vidas mientras la audiencia aplaude, ríe y señala desde la tribuna digital.

Jon Ronson, escritor y periodista, autor de ‘Humillación en las Redes’, dedicó una charla TED para analizar las consecuencias de cuando el linchamiento digital se sale de los límites:

“¿Por qué lo hacemos? Creo que algunas personas estaban realmente molestas, pero creo que para otras Twitter es básicamente una máquina de aprobación mutua. Nos rodeamos de personas que se parecen a nosotros y nos aprobamos recíprocamente, y eso es una muy buena sensación. Y si alguien se interpone en el camino, le echamos. ¿Y saben qué es lo contrario de eso? Lo contrario a eso es la democracia”.

Y, entonces ¿qué hacer? La autorregulación debe ser imperante, porque si bien los actos desafortunados son reprochables y castigables (uno de los protagonista del video del licor ilegal en el estadio ruso ya fue despedido de su empleo en Avianca), las consecuencias de esta inquisición digital pueden llegar a ser nefastas.

Robson recuerda varios casos de linchamiento digital y señala que en vez de reducirse, por el contrario “hay más cada día. Y queremos pensar que están bien, pero no están bien. Las personas a las que conocí fueron destrozadas. Me hablaron de depresión, ansiedad, insomnio y pensamientos suicidas. Una mujer con quien hablé, que también contó una broma que cayó mal, permaneció en casa durante un año y medio”.

Dice Robson que sí, está mal lo que muchas personas hacen, en algunos casos no con mala intención, sino con la ignorancia y muchas veces la tontería para verlo. En esta sociedad todos quieren ser vistos, ‘ser virales’, conseguir reproducciones o ‘Me gusta’. Pero no se trata solo de salir a apedrear a los otros, sino de reflexionar sobre nuestra sociedad, cultura y educación. Tristemente la cultura de sacarle ventaja a todo está muy acuñada en nuestra sociedad.

“Pienso en los primeros días de Twitter, cuando la gente admitía secretos vergonzosos propios y otros decían: “Dios mío, me pasa exactamente lo mismo”. En estos días, se va a la caza de secretos vergonzosos de la gente. Ustedes pueden llevar una vida buena y ética, pero alguna frase desafortunada en un tuit puede abrumarlo todo, convirtiéndola en una pista del mal interior secreto”.

Todo el mundo está al acecho y en algunos casos los medios de comunicación entran al juego sin reparar en debates éticos. “La inquisición digital no es el motor del cambio cultural. No digo que la sanción moral, el reproche público, no sea importante. Obliga a la reflexión; genera autorregulación. El problema es la proporcionalidad: quemamos gente viva para dar(nos) una lección. Y generalmente es solo un poco de maquillaje para sentirnos mejor”, tuiteó Cortés.

¿Qué pasará mañana si por creernos graciosos ofendemos a alguien y nos cae la inquisición digital? ¿No será más constructivo reflexionar sobre nuestra cultura (digital y por supuesto general)?

Lo que es cierto es que somos listos y tontos; lo que es cierto es que estamos en zonas grises. Lo genial de los medios sociales es cómo dieron voz a las personas sin voz, pero ahora estamos creando una sociedad de la vigilancia, donde la forma más inteligente de sobrevivir es volver a no tener voz.

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