Dentro de todo el espectro de políticas de campaña y gobierno del presidente saliente de Colombia, Iván Duque, pocas sonaron tan fuerte como la promesa de la ‘Economía Naranja’. Antes de convertirse en presidente, Duque publicó un libro junto a Felipe Buitrago –quien sería su ministro de cultura– sobre este tema, en donde sentaba las bases para una economía basada en las actividades culturales, las artes y la tecnología.
Como toda política pública, traer las ideas de ese libro hacia una realidad política se tradujo en cambios hacia entidades existentes y la creación de nuevos incentivos para los ministerios involucrados. Durante la presentación de los beneficios tributarios para las empresas de la Economía Naranja, Duque aseguró que este sector puede representar más para Colombia que el PIB cafetero y que el PIB minero. Sectores como el tecnológico están creciendo a pasos gigantes, especialmente en ciudades como Bogotá, pero lo cierto es que, incluso así, las metas de campaña están lejos de ser cumplidas.
¿Qué dicen las cifras?
La Economía Naranja es un término que abarca varias industrias creativas. El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) divide la Economía Naranja en 3 grandes sectores: artes y patrimonio, industrias culturales y creaciones funcionales. Si bien el componente cultural es un pilar importante, nos vamos a centrar en el sector de las creaciones funcionales.
Este apartado incluye, entre otras cosas, al sector tecnológico y de desarrollo de software en el país. En el total de creaciones funcionales, el segmento de medios digitales y software representa una participación del 60,2 %, muy por encima del segmento de publicidad con un 26,6 %. En el total de la Economía Naranja, el área de creaciones funcionales representa el 46 % del valor agregado a la nación, de nuevo muy por encima de las otras dos áreas.
Sin embargo, pese a que el sector de software y creaciones funcionales es uno de los más grandes de la Economía Naranja, lo cierto es que a nivel nacional su relevancia no ha sido mayor. En el 2017, un año antes del comienzo de la presidencia Duque, el valor agregado de la Economía Naranja al total nacional era de un 3,1 %, según explica el Dane en su Quinto reporte del año 2021. Para el 2019, este valor se mantuvo estable en un 3 % antes del desplome al 2,5 % del 2020.
Cabe destacar que una de las grandes promesas de Duque era llevar el PIB de la Economía Naranja de un 3 % a un 5 %, una promesa que a pocos días de entregar la presidencia se queda corta. En términos de ingresos, el gobierno Duque prometió que la Economía Naranja exportaría 1.000 millones de dólares para 2022. Sin embargo, según las cifras del sexto reporte del Dane, apenas se superaron los 80 millones de dólares en 2021, con el segmento de creaciones funcionales representando más de 45 millones exportados.
El sector tecnológico
Si bien la Economía Naranja como política pública no ha tenido el crecimiento que se quisiera, lo cierto es que el segmento tecnológico ha tenido un crecimiento estable, aunque tal vez no relacionado con las iniciativas del gobierno. En Bogotá, una de las ciudades que más exporta software, la Cámara de Comercio reportó en un reciente informe que el clúster de Software y TI representó el 4,9 % del PIB de la ciudad en 2020. A nivel Colombia, el sector ha tenido una tasa de crecimiento sostenida con 7,8 % en 2018 y 12,5 % en 2020.
De igual forma, en el mercado laboral del sector se ha logrado pasar de 170.000 empleados a 190.000. Alrededor de 72.000 están ubicados en Bogotá. Ciudades como Bogotá y Medellín cuentan con la ventaja de contar con gobiernos locales que apoyan las mismas industrias que de la Economía Naranja.
“Hace 10 años, la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) reconoció la importancia de abordar los retos de productividad y competitividad desde una mirada sectorial. Así, en 2012, se lanzaron las primeras iniciativas clúster de acuerdo con el análisis de la importancia económica de los sectores de moda, turismo, desarrollo de software y contenidos audiovisuales”, escribe Juan Carlos González, vicepresidente de competitividad de la Cámara de Comercio de Bogotá.
En términos de Economía Naranja, no todos los segmentos son iguales. Tecnología ha sido un gran beneficiado de la reducción del impuesto de renta a los nuevos emprendimientos. De las 576 empresas beneficiadas, el 59 % son de tecnología y desarrollo de software, con un lejano 26 % destinado a emprendimientos culturales.
Ahora que se revelan estrategias de Uber,es aún más claro que @Uber_Col nunca ha querido que Colombia tenga una ley como la que yo propongo
– Pago de impuestos en Colombia sobre utilidades
– Derechos de conductores
– Protección a pasajeros
– Mismos requisitos de taxis
(abro hilo) https://t.co/qwe57nX0UK— Mauricio Toro (@MauroToroO) July 11, 2022
Otra de las grandes críticas a la administración Duque ha sido el fracaso para regular y reglamentar nuevos modelos de negocio como Uber y Rappi, por mencionar algunos ejemplos, que no tienen un marco legal establecido respecto a sus políticas laborales ni de funcionamiento.
De la misma forma, la fallida reforma tributaria del presidente Duque pretendía eliminar estímulos tributarios que existen desde antes de su gobierno, tales como la exención de IVA a computadores, teléfonos inteligentes, tabletas y otros elementos electrónicos. Opuesto a esta visión, sin embargo, también se resalta la tarea por parte del Ministerio TIC para formar programadores, así como los centros de emprendimiento en las regiones.
El gobierno saliente deja una Economía Naranja con ganancias modestas y en donde el gran ganador del sector ha sido la tecnología y el desarrollo de software. Incluso en ese segmento, existen opiniones encontradas sobre qué tan verdaderamente efectivas han sido las políticas y el manejo de las nuevas tecnologías.
Imagen principal: Portada del libro ‘La Economía Naranja: Una oportunidad infinita’ Ivan Duque/Felipe Buitrago
