¿Cómo se reinventa una industria tan tradicional como la textil? Transformarse dejó de ser una opción, dentro de una industria que no es de primera necesidad y que se percibe como tradicional. Si bien hace unos años venimos hablando de cómo mover diferentes industrias (#MuevanLasIndustrias), luego de la pandemia este cambio ya no es negociable ni postergable.
Aunque se compraron muchas cosas por Internet en 2020, la ropa y el calzado no fueron prioridades para los consumidores. Un año de pandemia se llevó globalmente el 30 % de las ventas de la industria de la moda y el 90 % del beneficio de las empresas del sector, según el reporte ‘The State of Fashion 2021’ de la consultora McKinsey.
Pero más allá de los crudos números, salen a flote aspectos relevantes que son las pistas para reactivar la industria textil, desde las particularidades y contextos propios de cada territorio. El reporte de McKinsey dice:
La pandemia acelerará las tendencias que estaban en movimiento antes de la crisis, a medida que las compras se vuelvan digitales y los consumidores continúen defendiendo la equidad y la justicia social.
No es un hito o motivo de orgullo el ser una de las industrias más contaminantes del mundo (la segunda, que es el caso de la textil) y estar constantemente en la mira por la precariedad laboral en diferentes partes del mundo; pero sí puede serlo el transformar ese panorama. Las tendencias de consumo evidencian que los consumidores quieren romper ese vínculo y apostar por alternativas responsables y sostenibles ambiental y socialmente.
La industria de la moda y los textiles es uno de los principales contaminantes del agua en todas las etapas de la cadena de valor, desde la que escurre en los campos de algodón que provoca la proliferación de algas que ahogan los ríos, hasta el proceso de muerte generado por la liberación químicos tóxicos a la hora de teñir, o el lavado de ropa que libera microplásticos.
Aún así, menos de una cuarta parte (el 23 %) de las empresas encuestadas en el estudio global ‘Riesgos, intercambios y oportunidades inapropiadas’ reveló metas u objetivos relacionados con la contaminación del agua en cualquier parte de su cadena de valor; y tan solo el 6 % reveló que efectivamente monitorea e informa el progreso en relación con estos objetivos.
La ‘Moda Rápida’ (Fast Fashion), que se refiere a los grandes volúmenes de ropa producidos por la industria de la moda, y que llega al usuario a precios muy bajos, ha sido –en parte– la causa del problema. Esto se debe a que ha desencadenado impactos sociales y ambientales negativos, ya que por ejemplo, la producción de las prendas de la ‘Moda Rápida’ se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias, generalmente en el sur de Asia.
Esto también se vuelve un problema en otras latitudes, ya que por su precio, el usuario prefiere comprar estas prendas antes que las fabricadas por la industria nacional (que tienen un costo mayor). No en vano, la industria textil en Colombia pide aranceles proteccionistas para el sector; de otro lado, gremios como Fenalco argumentan que esta no es una medida conveniente, porque afecta el bolsillo del usuario.
Mientras se mueven las fichas políticas, empresarios y emprendedores del sector textil tienen enormes retos. Está todo por rehacer, todo por mejorar y hay oportunidades que deben tomarse en cuenta. No necesariamente hay que entrar a implementar tecnologías avanzadas, como impresión 3D o Realidad Aumentada como compartimos hace un tiempo. La innovación puede venir de algo tan escencial como escuchar lo que las personas quieren.
R, R, R, el enfoque circular
Reducir, reusar y por último reciclar (aunque hay más ‘R’) se están convirtiendo en mantras de los consumidores. No en vano, el comprar ropa de segunda mano es una de las tendencias al alza bajo la etiqueta de moda sostenible, que va dejando atrás el tabú de que comprar ropa usada es un tema de falta de dinero o el relacionar esta práctica con dudosas prácticas de higiéne. Así las cosas, comprar ropa de segunda es también una postura social-ambiental, justamente para dejar de lado la economía lineal, que apuesta por el consumo responsable.
Tan solo basta con darse un paseo por redes sociales para encontrarse con opciones que usan estas plataformas para intercambiar o vender ropa de segunda mano, o para ofrecer prendas que han sido frabricadas con materiales reutilizados. Para la muestra, varios botones: ONG Clothe Moda Sostenible, Gato Sostenible, Fashion Revolution Colombia o la Garaje Guía (un marketplace de ropa de segunda) , entre otras opciones, que además de ofrecer prendas, son propuestas que vienen cargadas de educación y posturas a través de la marca.
Diversificación de materiales
La industria está buscando y creando nuevos materiales, pero no de cualquier tipo, sino aquellos que le apuesten a esa transformación y a la sostenibilidad. Las prendas que usan materiales reciclados, como los mismos textiles e incluso los plásticos, están causando interés en diversos mercados. Uno de los casos más conocidos es el de la alianza que desde 2015 hizo Adidas con Parley, que desde ese mismo año recoge el plástico de las zonas costeras antes de que llegue al mar, para convertirlo en ropa deportiva de alto rendimiento.
Recientemente, ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) desarrollaron tejidos autorrefrigerantes de polietileno, (el material de las bolsas de plástico), que aspiran a que se convierta en ‘la tela del futuro’, porque, según el estudio, es más sostenible que el algodón y otros materiales.
Y en Colombia, ya hay ejemplos destacados, como Bohio Playa. Se trata de un emprendimiento creado por 2 hermanos, en Envigado (Antioquia) que se dedica a fabricar prendas de vestir con plástico sacado del mar. Comparten que cada pantaloneta representa 5 botellas recicladas. Claro está, es una oferta de prendas para usar en la playa, con diseños originales, y con el valor agregado de usar textiles fabricados de los desechos que se arrojan al mar.
Este emprendimiento trabaja en conjunto con RutaN, Comfama y ProColombia (sí, ya está exportando), y ha logrado un crecimiento en los últimos años, tanto en ventas como en material reciclado. Se estima que mensualmente está vendiendo entre 700 y 2.000 camisetas.
Un caso similar es el de ‘Loro Moro’, emprendimiento de Barranquilla, que se enmarca como moda consciente y ofrece camisetas hechas con plástico reciclado. Estima que por cada 3 botellas de plástico se genera una camiseta. Adicionalmente, como diferencial, está el tema del diseño de las prendas, ya que las hacen sencillas, justamente para que duren mucho tiempo. “Las empresas de moda rápida diseñan prendas que se deshacen rápidamente. Usan una estrategia llamada obsolescencia programada. Diseñan prendas para que pasen de moda, se desgasten o se deshagan fácilmente para obligar a los consumidores a seguir comprando ropa nueva. Seamos parte del cambio, apoyemos negocios sostenibles“, comparte la empresa.
Justamente, en el aprovechamiento de los recursos está la oportunidad y cada vez hay más incentivos (como los de economía circular) que apuntan a esto. El reciclaje de envases PET (que se refiere al plástico tereftalato de polietileno) es un vasto terreno de experimentación. Y es que los desechos mismos abren otras puertas de negocios; en cualquier caso, siempre hay tecnologías para habilitar estos negocios y la ciencia es parte escencial de esta cadena de valor.
Estar atentos a las necesidades y renovarse
Para transformarse hay que cambiar el chip, esa es la famosa Transformación Digital (no se trata de meterle tecnología a todo, porque sí). Dentro de las lecciones que dejaron algunos empresarios del sector TIC, hay una que se destaca en este entorno, y es el abrir la mente. Que la empresa haya comenzado fabricando o trabajando con cierto tipo de textil no siginifica que tenga que ser así toda la vida. Puede ser que se acabe un segmento del negocio, pero también se puede abrir otro, o varios nuevos. La famosa reinvención no es más que la flexibilización y la innovación constante.
Finalmente, como se repite dentro del emprendimiento, otra clave es “nunca parar de aprender”. Los tiempos cambian, los desafíos también. A veces es necesario volver a aprender, y siempre se encontrarán espacios especializados de acuerdo con el sector. Por ejemplo, el Centro Textil Sustentable, las Redes de Colombia y Argentina del Pacto Mundial y el Programa de Desarrollo de Naciones (PNUD) desarrollan el programa virtual ‘Liderando el Cambio en el Sector Textil y de la Moda’, destinado a la formación de agentes de cambio sostenibles.
Sea cual sea la industria, hay que estar en el juego, que de hecho, es infinito. Y para el cierre, algunas claves de liderazgo para organizaciones adaptativas, que pueden consultar en este enlace.
Foto: Naomi Koelemans (En: Unsplash)