El mundo necesita ‘hacer clic’, y necesita hacerlo pronto, porque la manera como funcionan las cosas, todo, actualmente está generando choques que necesitan salvavidas, y la educación es uno de los temas críticos. La educación en Colombia –y probablemente en casi todo el mundo– al igual que inversión, necesita una transformación, llámese digital o cultural. Pero está claro que se necesita innovar –y también sustituir–.
El pilar de la transformación de la educación es un cambio de paradigma, de mentalidad, es entender que no necesariamente la educación tradicional es la única forma o la más válida.
Las necesidades actuales y las tendencias nos empujan a adoptar nuevas maneras de educarnos, pero, sobre todo, de estar en formación continua. Y, por otro lado, la conectividad es una gran aliada, por lo que la infraestructura debe tener cobertura nacional.
Estas son algunas de las transformaciones que se están dando en educación, tanto de fondo como de forma, que pueden también atacar problemas de financiación, inclusión y tener una cobertura universal:
1. No estudiar una carrera, sino aprender habilidades
Ser ingeniero no es suficiente actualmente, o no en términos prácticos. El mundo laboral actual y hacia el que vamos, exige personas con habilidades específicas, porque no se necesitan ingenieros de sistemas, sino especialistas en ciberseguridad, o programadores para iOS, o cirujanos para liderar al robot Da Vinci.
Y esto aplica no solo para las profesiones en TIC, sino para todas: tener el cartón de médico hoy no basta, ni el de periodista, ni el de abogado. Todas las profesiones requieren hoy de una especialización –no en términos académicos, sino de conocimiento– y el adquirir nuevas habilidades, muchas de ellas orientadas a lo digital y tecnológico.
Vamos de lo general a lo muy específico. Las mallas curriculares deben cambiar, abrirse a la creación de cursos cortos y específicos, tanto presenciales como virtuales. E insistimos, no hablamos únicamente formación en TI, sino de humanidades también, que son más relevantes que nunca en esta era tecnológica.
2. Educación virtual
Sí se puede aprender viendo videos de Youtube, usando aplicaciones, jugando y consumiendo contenidos en Internet, el asunto es que sean de calidad. Por eso, tanto instituciones privadas como públicas están creando cada vez más cursos, de todo tipo, que se pueden desarrollar en Internet y que ofrecen certificaciones.
Universidades reconocidas como Harvard y el MIT tienen cursos tanto gratuitos como pagos. En Colombia está sucediendo lo mismo, aunque podría acelerarse y aprovechar la infraestructura desplegada y la que falta, promesa del Gobierno.
Esto, más allá de la moda o la tendencia, es una forma de que personas de los rincones más apartados puedan acceder a la educación, pues no necesariamente debe existir una estructura con paredes, techo y un letrero de ‘institución educativa’, ‘universidad’ u otros.
Se puede estudiar desde un computador, un teléfono o una tableta, con la motivación de aprender y crear un futuro más que para obtener un diploma –y un ejemplo de esto es Platzi–.
Porque, como expone Ken Robins, los colegios y universidades matan la creatividad (tiene subtítulos en español):
3. Educación en la nube
Si hay empresas que funcionan desde la nube, ¿por qué no un colegio o una universidad? Pero que este sea su eje central.
Vean la conferencia TED de Sugata Mitra, investigador en educación (tiene subtítulos en español):
4. Educación en casa
En línea con el punto anterior, se puede estudiar en casa desde temprana edad. Aunque el compromiso es mayor, la autonomía y la disciplina corren por cuenta de cada persona.
Además de encontrar cursos de calidad, implica una reducción de costos enorme tanto para padres de familia como para los mismos estudiantes.
Previamente hablamos sobre ‘homescholling’, con la intención inicial de romper algunos mitos sobre esta modalidad de estudio, como el hecho de que estudiar en casa supuestamente significa enclaustrarse y no socializar.
5. Realidad Virtual
Han dicho que la Realidad Virtual es una herramienta educativa más poderosa que la misma lectura, porque tiene posibilidades infinitas. Exagerada o acertada, lo cierto es que esta afirmación aún no es real, porque el sistema educativo todavía no le saca el provecho suficiente, como sí lo hacen los videojuegos, por ejemplo.
Alianzas con empresas como Google o Microsoft están permitiendo llevar experiencias únicas al entorno educativo, como sucede en la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) que, con realidad mixta, en la Facultad de Medicina, estudia diferentes enfermedades del ojo humano.
Por un lado, es una herramienta para adquirir conocimiento y por el otro, sirve como puente para que las nuevas generaciones se relacionen más con la tecnología y para que exista un nuevo diálogo entre docente y estudiante.
6. Robots profesores
Calma, nadie va a remplazar a los docentes. O sí: otros docentes que entiendan que el mundo, la educación y las expectativas de los alumnos cambiaron.
Pero no serán los robots los que lancen a la calle a los profesores: al contrario, estos representan nuevas oportunidades tanto para los docentes como para instituciones y estudiantes, tanto en los procesos educativos como llevando las clases a lugares donde no es fácil que humanos las dicten y en las que hay una gran necesidad de contar con ellas.
En Corea del Sur, por ejemplo, están aprendiendo inglés con Engkey, un robot con forma de huevo que es controlado de forma remota por un hablante nativo de inglés (en su hogar en, por ejemplo, Australia o Estados Unidos). ¿Qué tal llevar robots a zonas remotas para poder enseñar a las comunidades?
7. La combinación de todas las fuerzas
Al hablar de disrupción de la tecnología en una u otra área, solemos esperar desarrollos puntuales con robótica, Inteligencia Artificial, Blockchain y lo que se venga a la cabeza. Pero no hay que pensar en estas tecnologías de manera aislada, porque una de las mayores tendencias transversales es la colaboración.
La asociatividad de las tecnologías disruptivas acelera el desarrollo de otras tecnologías, de la investigación, de las economías, del ser humano, creando nuevas realidades.
8. Replantearse la educación como la conocemos
Si bien dar el salto a todas estas formas de educación no será tarea de la noche a la mañana, vale la pena comenzar a reflexionar sobre el estado actual y el potencial venidero. Aunque de momento las instituciones, tal y como las conocemos, no dejarán de existir y es necesario invertir en ellas, sí podemos promover el cambio.
Porque se trata de llevar la oportunidad de estudiar a quienes no ingresaron a una universidad, que comprendan que se puede estudiar de otras maneras y es perfectamente válido. El mundo laboral también cambia, por un lado se fomenta el emprendimiento y por el otro, las empresas también cambian, cada vez son más las que no exigen títulos universitarios sino personas realmente buenas en lo que hacen.
Freddy Vega, cofundador de Platzi, es enfático en esta afirmación: “Las empresas buenas no contratan títulos, no contratan diplomas o certificaciones. Las empresas buenas se enfocan en su talento. Y esto es difícil de creer porque llevamos más de un siglo taladrándoles a nuestros hijos: ‘Usted tiene que ir a una universidad, y sacar un master y luego un PhD…”.
(En este video desarrolla a fondo su propuesta, que refleja la visión de Platzi, y que es un hecho real en empresas como Apple y Google, que ya no contratan por cartones de universidad):
Las sociedades a las que transitamos giran en torno a la colaboración y la reputación, y allí ni las instituciones o las jerarquías coordinarán esto.
Es necesaria una transformación profunda de la educación en Colombia, ahí comienza todo.
¿Sabe usted por qué marchan los estudiantes? Aquí tenemos la respuesta ?? #LaEsperanzaEsLaEducación #EducaciónNuestroDerecho #SOSUniversidadesPúblicas pic.twitter.com/hDBiokE3TP
— Contagio Radio (@Contagioradio1) 10 de octubre de 2018