El uso de los dispositivos móviles genera toda serie de reacciones. Y si de entornos sociales hablamos, hay acciones y actitudes que pueden llegar a incomodar a otros o ser tomadas como falta de educación. Las normas sociales son necesarias para tener una mejor convivencia, y así como se pide transitar conservando la derecha o hacer y respetar las filas, alrededor de los teléfonos también se van generando algunas normas de convivencia o parámetros básicos que se deben tener en cuenta. Hablamos aquí de la etiqueta móvil.
La movilidad –poder llevarlo a todos lados–, la conectividad, la variedad de diseños y tamaños, los contenidos y usos alrededor del teléfono han traído innumerables beneficios, pero también una dependencia que llega a ser perjudicial tanto para la salud (mental y física), como para las actividades sociales. Por eso, nunca está de más recordar prácticas básicas de etiqueta digital y etiqueta móvil para tener con nosotros siempre.
Antes de comenzar, podemos repetir esta frase y hacerla un mantra: “no estamos obligados a responder inmediatamente una llamada o mensaje”. Por otro lado, no se trata de normas exageradas. Es pensar en la privacidad, en respetar a las personas así como a uno mismo y fijar el bienestar, la salud, por encima de todo.
Hay un lugar y un momento para todo.
La escena les será familiar: un almuerzo grupal, una cita, una reunión familiar y el –o los– personajes ‘pegados’ al celular. Esta es una de las prácticas más criticadas en estos tiempos de movilidad: prestar más atención al teléfono que a las personas en frente.
Ahora bien, no todo el mundo está perdiendo el tiempo o viendo memes, hay que dejar de ver el teléfono solo como una fuente inagotable de entretenimiento. En muchos casos las personas están trabajando, respondiendo un correo, atentas a las redes sociales que administran, enviando o recibiendo información vital para el desarrollo de su actividad laboral.
Aquí lo necesario es fijar límites, tanto de tiempo como de espacio. Hay momentos de reposo y la desconexión es necesaria para no convertiros en cautivos digitales. Lo mismo sucede con los espacios, o ¿cuántos sacaban el computador en medio del almuerzo familiar para enviar un correo? Que el teléfono sea más pequeño y se pueda sacar, no es excusa para traerlo a estos momentos.
Los remitentes también deben entender que hay horarios para todo, y es tarea de cada usuario educarlos (si, también a los jefes). De igual manera, si es usted el que envía un mensaje o hace una llamada, tenga en cuenta los horarios de los demás.
Pero si el caso es extremo y el mensaje o la llamada definitivamente no dan espera, excúsese y retírese para atender el asunto. No interrumpa la actividad social que adelanta. Consejo: destine momentos en el día para responder mensajes.
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Volúmenes y vibraciones
Tal vez, podría decirse, que ya pasó la moda de poner canciones como tono de llamada (aunque aún se usan), pero no está de más aconsejar una selección de canción o tono prudente. La idea es simplemente eso, avisar que entra una llamada o un mensaje.
Por otro lado, bajar el volumen es necesario en ciertos entornos, como las oficinas. Escuchar alertas de WhatsApp seguidas incomoda (recordemos lo fastidioso que era el tono del pin de BlackBerry). Y de hecho, ponerlo en vibración no siempre es suficiente, un teléfono vibrando sobre una mesa puede distraer tanto o más que si sonara el timbre.
Es su consumo móvil, no el de los demás
Disfrutar música, series, películas, videos virales o cualquier otro contenido similar es una práctica cada vez más popular. Según el más reciente reporte de Hootsuite, en Colombia, dentro de los usos del los teléfonos móviles, un 45% corresponde al consumo de video. Ahora, la selección de qué ver o escuchar es personal, las personas alrededor no tienen porqué ser participes.
Atrás quedó la época del popular ‘radio de celador’, al que se pegaba la oreja para escuchar música, noticias o el partido de fútbol, y en cambio cada vez más se elimina este tipo de actividades. Por ejemplo, en los servicios de transporte público es cada vez menos frecuente que se escuche música (en algunos, de hecho, está prohibido). La gente alrededor no está obligada a escuchar la música del vecino y viceversa. Para eso existen los audífonos, es parte de la etiqueta móvil.
Por otro lado, aunque es un punto más difícil de balancear, hay que cuidar el volumen de la voz a la hora de hablar por teléfono. Partiendo de la misma base, que las demás personas alrededor no deben ser partícipes, se recomienda evitar los gritos y demás. Aunque podría entenderse que en algunos casos, al otro lado de la línea haya una persona que no escucha bien, ya sea por alguna deficiencia auditiva o por la calidad de la llamada.
No ignoren las normas de lugares específicos
Aunque la prohibición del uso de teléfono celulares puede ser debatible en algunos establecimientos –como en los bancos, donde son útiles e incluso necesarios, pero en los que se exponen razones de seguridad para restringir su uso–, hay otros en los que sí es necesario. El ejemplo más claro: el cine. Aún hay quienes, primero, no apagan o no bajan el volumen de sus celulares y, segundo, contestan el teléfono en las salas. ¡Y se quedan hablando en plena película! De nuevo, si la llamada es así de urgente, bien pueda y retírese de la sala.
La misma regla aplica en sitios como hospitales, funerarias, teatros, bibliotecas, salones de clase, conferencias y entornos como las reuniones. Es grosero estar en esos lugares, o en un grupo, y ponerse a ver videos, contestar llamadas o escuchar música.
[su_highlight background=”#D5F5E3″ color=”#000000″ class=””]¿Qué otras recomendaciones de etiqueta móvil agregarían?[/su_highlight]
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Foto principal: Mimzy en Pixabay