“Hay que burlarse de las ideas, son las cárceles del pensamiento libre”
El 7 de enero de 2015, un grupo yihadista ejecutó un ataque terrorista contra la revista satírica francesa Charlie Hebdo, en el que murieron 12 personas, entre ellos, un editor y varios caricaturistas. La masacre, motivada por las caricaturas del semanario contra Mahoma y en general contra el Islam, fue calificada como uno de los mayores actos contra la libertad de expresión en Occidente.
#JeSuisCharlie fue una expresión global contra este hecho, pero muy pronto surgirían voces que, sin justificar la masacre, también dirían ‘Yo no soy Charlie’, una manifestación contra el tipo de humor de la publicación, que ‘incitaba al odio’ o irrespetaba a una minoría.
Una reflexión al respecto la hace el escritor italiano Darío Fo, Premio Nobel de Literatura, a la revista ‘Magazine’: “La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”.
¿Y cuando la sátira no apunta al poder, sino a una nacionalidad, una raza, una religión o un grupo minoritario? ¿Cuáles son los límites?
En este hangout no pretendemos llegar a una respuesta definitiva, pero sí discutir sobre la misión del periodismo satírico (incluida la caricatura), el concepto de libertad de expresión y si es razonable establecer límites para el humor.
Los invitados son destacados representantes del periodismo satírico en Iberoamérica: Manuel Guisande (España), periodista, escritor, conferencista y autor del blog de humor ‘Al fondo a la derecha’.
Saul Gherscovici (Argentina), periodista y conductor del programa radial Del Mar PM, de la emisora Radio del Mar.
Christian Sánchez, caricaturista de El Espectador y El Clavo Producciones.
¡Los esperamos!
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