En mi experiencia personal, y especialmente siendo periodista de tecnología, por lo general no pasa una semana sin escuchar algún término nuevo. Aunque esto es más común en tecnología aplicada a empresas, lo cierto es que también se ha convertido en algo cotidiano en la tecnología para consumidores.
Desde que era niño me ha gustado la tecnología, empezando por mi primer computador –un Compaq corriendo Windows 95– y llegando hasta hoy, en un mundo cada vez más lleno de dispositivos. Aunque mi experiencia me permite adaptarme y entender nuevas tecnologías y términos, en los últimos meses he notado que muchos de los términos y explicaciones no son entendidos por la mayor parte de los consumidores.
La batalla de las palabras
A riesgo de sonar como un abuelito hablando sobre cómo las cosas solían ser mejores en mis tiempos, creo que hay algo de validez en pensar que la tecnología que nos rodea se está volviendo mucho más complicada que antes. En el mundo de los teléfonos, por ejemplo, que anualmente mueve alrededor de 1.350 millones de unidades, han surgido tendencias a las que yo, como entusiasta, les doy la bienvenida.
Sin embargo, puede que términos como miliamperios hora, hertz, tasa de refresco, LCD, Oled, entre muchos otros, sean totalmente desconocidos para la mayoría de los usuarios. Aunque a nosotros los entusiastas nos ayudan a entender y comparar mejor unos teléfonos con otros, lo cierto es que puede que también estén sirviendo para confundir más a consumidores que no viven la tecnología día a día.
Y aunque lo uso como ejemplo, el mundo de los teléfonos no es el único con este problema. Pensemos, por ejemplo, en preguntas tan básicas como ¿cómo cambiar la contraseña de Wi-Fi? o ¿por qué no me llega la señal de Internet a la sala? Es fácil entender sobre ondas y frecuencias de Wi-Fi, pero el problema está en llevar esto a palabras sencillas que puedan ser entendidas por la población en general.
Pensemos, además, en cómo los contenidos exclusivos están de moda y en cómo hoy en día los gigantes de la tecnología pelean entre ellos por nuestro dinero. ¿Será que la mayoría de la gente entiende por qué no pueden ver Toy Story en Netflix? ¿O por qué no pueden descargar Fortnite en su iPad?
De la misma forma, este es también un problema generalizado en el mercado de partes para computadores. Comprando un portátil, por ejemplo, ¿cómo explicar de forma sencilla la diferencia entre una CPU Intel 11400H y una AMD Ryzen 3800U? Y es que, de hecho, ¿cuántas personas en realidad saben qué tipo de CPU es mejor y qué significan esos números que parecen más códigos de barras que productos?
Imagen: Impacto TIC
Es también un asunto de seguridad
Y es que, más allá de saber estos términos, en ocasiones esta tendencia hacia la saturación de prestaciones también puede significar un detrimento. De acuerdo con cifras de Lifeline IT, el 75 % de personas encuestadas no utiliza sistemas de restauración en sus computadores porque no sabe por dónde empezar y también siente que el proceso es muy complicado.
En ocasiones, por intentar cumplir con las metas de ciberseguridad, se está sacrificando la experiencia de usuario. Pensemos por ejemplo en las contraseñas. Hoy en día muchas páginas requieren crear cuentas y tener credenciales, lo que también significa tener varias contraseñas. Creo que lo más exasperante es cuando una página me pide una contraseña corta, pero que también tenga caracteres especiales (como puntos o guiones), números, y mayúsculas. Si yo tengo problemas creando una contraseña y recordándola, ¿de verdad creen que la población general no tendrá incluso más problemas?
Esto también toca el tema de la privacidad en redes sociales y sitios web. Apoyo 100 % la privacidad, pero no creo que la solución sea simplemente darle opciones en menús a los usuarios. El GDPR –General Data Protection Regulation– es más conocido por hacer que casi todas las páginas web pidan autorización para recolectar nuestras cookies. Más allá de verdaderamente leer los términos de recolección de datos, yo, como muchos, le doy a ‘Aceptar’ sin pensar ni leer realmente.
Aplaudo el esfuerzo de la Unión Europea por implementarla, pero para los usuarios se ha convertido más en una molestia que en una verdadera solución. El tema de la privacidad también está presente en redes sociales. Para nosotros que estamos en el mundo de la tecnología es valioso poder elegir nuestras opciones una por una, pero para la mayoría de personas es un proceso confuso, tedioso y que muchas veces acaba confundiendo más que explicando.
Humanizando la tecnología
Para alguien que vive en este mundo, la tecnología es un tema que requiere de esfuerzo y aprendizaje constantes. Esto lo hago por gusto propio y por mi profesión. El riesgo acá es que, en la carrera por tener el mejor dispositivo, se olvide que la tecnología debe primero signficar una vida más simple. Desde sus inicios, elementos como Internet o protocolos inalámbricos han tenido como meta simplificar la vida de las personas.
Hoy en día, con un mercado cada vez más acelerado, a veces se siente que la persona común, la que no está metida en todo esto, se está quedando un poco atrás. Acá la tarea es clara: humanizar la tecnología. Creo que medios y publicistas deben empezar también a hacer que la tecnología sea algo más digerible, ir un poco más allá del lingo tecnológico y ofrecer explicaciones más sencillas.
No es una tarea fácil, pero así como la tecnología avanza a pasos gigantes, también es hora de empezar a pensar cómo hacerla más accesible a muchas más personas.
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