Que la Transformación Digital es un proceso cultural que se apoya en herramientas tecnológicas se ha dicho de manera suficiente en todos los escenarios en los que el término se menciona. Pero que las tecnologías móviles han sido una de las herramientas que han permitido impulsar y masificar con más fuerza estos procesos es un reconocimiento que suele omitirse, pero que no se puede dejar de hacer.
Cuando se habla de tecnologías móviles, lo primero que viene a la cabeza del usuario común y corriente (y quizás también de los más avanzados) suelen ser los smartphones, que son el dispositivo móvil por antonomasia. También se piensa en tabletas, en computadores portátiles –por supuesto– y, de un tiempo para acá, cada vez más en dispositivos de Internet de las Cosas. Esta es una tendencia que crece con fuerza y que entre sus manifestaciones incluye equipos como los wearables (dicho de manera sencilla, ‘tecnología que se puede vestir’, como relojes y bandas inteligentes), monitores de salud, dispositivos de rastreo, gafas que son en esencia una estación multimedia…
Si bien ya estamos acostumbrándonos a que nuestro celular ‘hable’ con nuestro reloj, a los bombillos inteligentes, a las neveras que saben cuando la leche se está acabando (así todavía no haya supermercados en el país que lleven la leche cuando la nevera lanza la alerta), la promesa de todos los dispositivos conectados entre sí en cualquier momento romperá las fronteras geográficas, los límites que impone el tiempo y hasta las barreras de la paranoia, que encuentra en las preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad los principales argumentos para tejer teorías conspirativas.
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[La cancelación del Mobile World Congress puede figurar entre dichas teorías: la versión en Barcelona de uno de los eventos sobre tecnologías móviles más importantes del planeta no se llevará a cabo este año como precaución ante el brote de coronavirus. Aunque varias empresas ya habían anunciado su decisión individual de no participar este año, todavía se tejen conjeturas (y se dicen verdades) sobre el hecho de que su cancelación definitiva sea un capítulo más en la guerra comercial entre Estados Unidos y China].
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Movilidad y conectividad, la dupla que nos mantiene juntos aunque estemos separados
Claramente, conectividad es un concepto vinculado estrechamente con movilidad. Por eso mismo, al escarbar en la historia de las tecnologías móviles sería injusto no hacer referencia a los tiempos del telégrafo y del teléfono (inventado por Antonio Meucci, aunque patentado primero por Alexander Graham Bell).
Pero la verdadera movilidad empezó a manifestarse cuando todos dispositivos empezaron a deshacerse de las conexiones físicas y los usuarios comenzamos a vernos rodeados por ondas que circulan por todas las bandas del espectro electromagnético; caminamos en medio de ellas aunque no las veamos, y son las que nos permiten contestar una llamada cuando vamos en el bus –siempre y cuando sea seguro hacerlo, claro–, ver a la selección Colombia jugar en cualquier país del mundo gracias a las transmisiones vía satélite, asistir a conciertos de nuestros artistas preferidos vía streaming, intercambiar información entre nuestro computador y nuestro celular, subir archivos a la nube y hasta cambiar de canal usando el control remoto de nuestro televisor.
En el mundo empresarial, hace unos años fue novedad el concepto bring your own device (lleve su propio dispositivo), que se refería al hecho de que los empleados llevaran sus dispositivos móviles y su propio computador (el portátil, claro) a la oficina, donde podrían conectarlo a las redes de la empresa para adelantar sus labores cotidianas. La novedad del término se diluyó rápidamente, pero no por falta de popularidad, sino porque la práctica se volvió normal.
Y aunque hay ambientes en los que la resistencia todavía es fuerte, también hay que decir que bring your own device está siendo reemplazado por un concepto que no podría existir si no fuera por las tecnologías móviles y la conectividad: el teletrabajo. Ahora, el dispositivo del usuario no va a la oficina, sino que ‘la oficina va’ a donde esté el usuario. Esto tiene una serie de implicaciones en términos de normatividad y seguridad, que los entes relacionados con la solución de esta última suelen resolver con mayor rapidez que los encargados de los asuntos legales… pero que la tecnología avanza más rápido que la legislación en todos los frentes es una realidad que no hemos logrado superar.
Y esto del teletrabajo es algo que ya no solamente sucede con los computadores portátiles: un smartphone puede ser hoy día la oficina que cualquier trabajador. Y aunque es claro que tienen sus limitaciones (que, de todas formas, cada vez son menos), los celulares modernos se pueden conectar a un televisor, a un teclado y a un ratón. Para una gran variedad de usos, son como un computador que cabe en el bolsillo. Y aunque la Transformación Digital –de nuevo– es un concepto que tiene sus raíces más profundas en el cambio cultural, poco se habría podido avanzar en él sin la existencia de las tecnologías móviles.
Por el lado de las tabletas, aunque el mercado mundial muestra signos temporales de recuperación trimestre a trimestre, su tendencia es a la baja. Sin embargo, hay nichos en los que la posibilidad de contar con un plan de datos en una pantalla de un tamaño más que decente no deja de ser atractiva. Y antes caracterizadas como lentas y costosas, las redes satelitales ofrecen hoy día una solución que ya se usa incluso en servicios para particulares en zonas donde las antenas y los cables no son una solución práctica.
Gracias al desarrollo de la tecnología móvil, hoy podemos prácticamente manejar nuestra vida desde un dispositivo digital –en la mayoría de los casos, un celular–: podemos hacer compras, transacciones bancarias, hacer videoconferencias, acceder a servicios de geolocalización, pedir domicilios, saber dónde están nuestros hijos, emitir llamados de emergencia, ser rastreados por cuerpos de rescate, comunicarnos con personas del otro lado del mundo, trabajar o simplemente pedir un taxi sin necesidad de marcar un número telefónico.
¿Cómo están las tecnologías móviles en Colombia?
En Colombia, al igual que en el resto del mundo, ya estamos hablando de 5G, una tecnología que promete multiplicar decenas de veces la velocidad de conexión y reducir a su mínima expresión la latencia, lo que permitirá potenciar productos, servicios y tecnologías exponenciales como Internet de las Cosas, los carros autónomos y la telecirugía.
Pero mientras que en el resto del mundo ya hay países que están montando las redes o se encuentran ad portas de prestar el servicio de 5G a los usuarios, en Colombia estamos hablando de hacer pruebas y resolviendo los problemas derivados de la subasta de espectro reciente en la que se les dio a los operadores un plazo de hasta 5 años para que el país esté totalmente montado sobre 4G. Con diferentes asuntos por resolver en cada país, el panorama en América Latina no es muy diferente, con excepción de Uruguay, quizás el país más avanzado en la implementación de 5G en la región.
De regreso a Colombia, en materia de regulación, la entrada en vigencia de la Ley de Modernización de las TIC, o #LeyTIC, era el as –no bajo la manga, sino siempre sobre la mesa– del actual Gobierno para promover el desarrollo del sector, y es el sustento sobre el que se proyecta conectar a casi 20 millones de colombianos que hoy aún están marginados del mundo digital. Y aunque los planes avanzan, hay asuntos que han enfrentado tropiezos.
Por ejemplo, la constitución de un regulador único –la ‘versión repotenciada’ de la Comisión de Regulación de Comunicaciones– requería el desmonte del anterior ente de regulación, por lo que procesos como el de la declaración de dominancia en el mercado de datos quedaron inconclusos y no se reanudarán mientras el nuevo ente no tome impulso de nuevo para darles el trámite correspondiente.
Con unos países más avanzados que otros, con Colombia llena de metas y sueños de inclusión y Transformación Digital, pero trabajando en la definición de los caminos, a veces tan sinuosos y complejos como la misma geografía que impide que la señal del móvil o de Internet llegue más lejos, la promesa de estar todos conectados avanza. Pero la diferencia entre los países que van más adelantados en su adopción frente a los que todavía van (¿o vamos?) unos pasos atrás sigue siendo un riesgo para que la tecnología que promete cerrar las brechas sociales y económicas, principalmente, termine por hacerlas más profundas.
Como dice el poema de Antonio Machado musicalizado por Joan Manuel Serrat, “se hace camino al andar”. Pero hay que hacer ajustes constantes para que el camino que estamos recorriendo nos lleve a la meta de convertirnos, como es el propósito del Gobierno, en el país más avanzado en Transformación Digital de América Latina. Todo parece indicar que, efectivamente, sí hay camino, pero aún falta mucho por andar.
[su_box title=”Algunos datos sobre tecnologías móviles y movilidad en Colombia y el mundo” style=”default” box_color=”#B12734″ title_color=”#FFFFFF” radius=”3″ class=”” id=””]
- Hace 26 años, en Colombia todavía no existía la telefonía móvil. Si bien la Ley 37 de 1993 ya había dado vía libre para la prestación del servicio en el país, no fue sino hasta junio de 1994 que los primeros operadores –con Comcel y Celumóvil como los que pisaron más fuerte de entrada– empezaron a ofrecer sus servicios y pusieron a correr la bola de nieve en la que se ha convertido este mercado.
- En su primer año de operaciones, las empresas de celulares lograron atraer a cerca de 70.000 suscriptores. Entonces no eran muchas las personas dispuestas a –o con la posibilidad de– pagar alrededor de $77.000 por un plan que tan solo ofrecía 100 minutos (es decir, el minuto salía casi a $800).
- Hoy, en Colombia hay más líneas celulares que personas: las cifras del Ministerio TIC al cierre del segundo trimestre de 2019 hablaban de alrededor de 65,7 millones de líneas activas. Es decir, ya vamos para 70 millones: 1.000 veces más suscriptores que los que teníamos en 1994.
- Esas 1,4 líneas por persona –una medida aproximada, teniendo en cuenta que el país va hacia los 50 millones de habitantes, a partir de las cifras del censo de 2018– se explican por un gran número de clientes que tienen más de un número (por ejemplo, uno para fines personales y otro para los laborales, o para aprovechar las tarifas de alguno de los operadores); seguramente también las explican algunas líneas que ya están en cuenta regresiva para quedar inactivas… y, posiblemente, por esa práctica que tenían algunos operadores de regalarle una línea adicional al usuario –la quisiera o no– cuando iba a comprar una sola o incluso simplemente a cambiar su SIM.
- Hoy, el valor del minuto es una cifra ‘simbólica’ y hasta marginal (al menos en la modalidad pospago), si se tiene en cuenta que la mayoría de los planes ofrece minutos (y mensajes de texto) ilimitados, y que los usuarios usan cada vez menos servicios de voz y muchos más de datos, que en los planes ya se cuentan por gigabytes.
- Sin embargo, según las cifras del MinTIC, la modalidad en prepago, que tiene un esquema de cobro diferente, sigue siendo la preferida, con alrededor del 80% de los usuarios.
- Hoy hay gente que se extraña cuando le piden un número fijo o que lo tiene casi de adorno en su casa. En Colombia había menos de 7 millones de líneas de este tipo para el segundo trimestre de 2019. La portabilidad (poder cambiar de operador y mantener el mismo número), la posibilidad de comunicarse con personas en otras ciudades o en el extranjero sin cargos adicionales por el servicio de larga distancia, tarifas incluso más económicas que en telefonía fija y la ventaja de conectarse a Internet y a toda una gama de servicios digitales hacen de la telefonía móvil la preferida de los usuarios, con 10 veces más de líneas en servicio que en la modalidad fija.
- Y aunque quienes más expectativas tienen sobre el cierre de la brecha digital quisieran mucho más, los números mundiales muestran que un 67% de la población del planeta usa un dispositivo móvil. Para el cierre de 2018, más de 5.100 millones de personas utilizaba un equipo de esta categoría, aunque se calcula que solo 60% de ellos son inteligentes, según un informe de GSMA; se espera que para 2025 la cifra ascienda a 5.800 millones de personas.
Tecnologías móviles de ayer y de hoy
- En estos últimos 26 años lo que más ha avanzado –en Colombia y en el mundo– ha sido la tecnología. De ese 1994 al que nos referimos antes recordamos un mercado inundado de ‘panelas’ –teléfonos celulares muy voluminosos–, con pantallas monocromáticas y no táctiles en el que los mensajes de texto apenas se estaban inventando.
- Entonces, entre más pequeños, los celulares eran más elegantes y más caros. Pero llegó el momento en el que hacer llamadas se convirtió en una función secundaria frente a los servicios de mensajería instantánea y la navegación por Internet.
- Entonces, los teléfonos con pantallas grandes, pero con un diseño muy estilizado, se han convertido en los preferidos de los usuarios. En un abrir y cerrar de ojos llegamos al mundo de los smartphones, en el que –hay que decirlo de nuevo, aunque ya lo hayamos dicho más de 567.908 veces antes– los teléfonos sirven incluso para llamar, aunque esta función se emplea cada vez menos.
- En 1994, pagar $1 millón por un celular era un lujo lejano para la mayoría de las personas; hoy, este es el precio estándar para los equipos de gama media e incluso palidece frente a los $3 millones o más que puede costar un smartphone de gama alta o los más de 8 que cobran por un equipo con pantalla plegable que –más les vale a los que han hecho la inversión– sea más que una moda pasajera.
- Pese a esto, dependiendo del operador, todavía hay zonas del país (especialmente en áreas rurales) en las que a pesar de tener un teléfono costoso, la señal se pierde. Si bien la escarpada geografía nacional no ayuda en la mayoría de los casos (llámense carreteras o zonas apartadas), en las ciudades también hay calles en las que uno se puede quedar sin datos y en las que la señal de voz se siente como en los tiempos del telégrafo.
- El mercado colombiano sigue teniendo unos operadores que se llevan la tajada más grande de la torta (Claro, Movistar y Tigo), pero hay otras alternativas para los clientes (Avantel, Virgin, Éxito y ETB). Entre adquisiciones y negociaciones, todavía hay nombres que vinieron y se fueron, como BellSouth, Uff y Ola.
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Imagen principal: Federico Beccari (Unsplash)